lunes, 12 de marzo de 2012

Club de los 27


El Club de los 27: vivir rápido, morir joven y dejar un bonito cadáver

amy Winehouse
Amy Winehouse ha sido estrella del showbusiness internacional en entrar en ese selecto grupo llamado el Club de los 27. No creo que la cantante inglesa hubiera pretendido conscientemente formar parte de él, pero es una casualidad que desde ahora comparta algo más que la categoría de estrella con Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain o Shannon Hoon.
Su muerte el pasado sábado, cuyas causas todavía no han sido esclarecidas, provocó una gran conmoción en todo el equipo de Hipersónica, que siguió al detalle toda la carrera pública de la artista londinense. Su fueneral se celebró ayer en una ceremonia religiosa privada por el rito judío, la fe en la que fue criada en el cementerio de Edgwarebury.
Ya se comenta que habrá disco póstumo, el álbum en el que había trabajado Amy Winehouse varios años sin llegar a concretar nada. Se dice que dejó terminadas o casi terminadas casi 30 temas; lo cierto es que su música ha entrado de nuevo, no se podía esperar otra cosa, en las listas de todo el mundo.
Brian Jones (guitarra rítmica de The Rolling Stones)
Brian Jones
Se encontró flotando en la piscina de la granja que poseía en Hartfield (Sussex) un 3 de julio de 1969, un mes después de dejar a los Stones por cansancio y aburrimiento. Las causas de su muerto no han sido aclaradas pero la versión oficial es que sucumbió a un ataque de asma. Brian Jones, guitarra rítmica y multiinstrumentista aportó multitud de sonidos a la música de la banda: Participó activamente en tres de mis discos preferidos del quinteto: Aftermath (1966), Beggars Banquet (1968) y Let It Bleed (1969).
Jimi Hendrix
Jimi Hendrix
Fue encontrado muerto en su casa de Londres el 18 de septiembre de 1970. El óbito del guitarrista más importante de todos los tiempos fue causado por ahogamiento en su propio vómito tras el consumo de un cóctel explosivo de somníferos y alcohol. Tuvo tiempo de dejar tres discos fundamentales en la historia del rock, los que firmo con The Jimi Hendrix Experience, el killer trío que formó con Noel Redding y Mitch Mitchell: Are You Experienced? (1967), Axis: Bold as Love (1967) yElectric Ladyland (1968).
Janis Joplin
Janis Joplin
La cantante de blues y rock & roll norteamericana moría un 4 de octubre de 1970 en Los Ángeles a causa de una sobredosis de heroína. Icono del movimiento hippie, curiosamente su disco Pearl, que salió seis semanas después de su muerte, está considerado su obra cumbre. Su obra ha sido compliada en varios discos: Janis Joplin’s Greatest Hits (1973), The Collection (1995) o The Essential Janis Joplin (2003), en los que el no iniciado puede empezar a bucear en el legado de esta maravillosa cantante texana.
Jim Morrison
Jim Morrison de The Doors
El cantante de The Doors falleció en su apartamento parisino el 3 de julio de 1971. Aunque no se le realizó la autopsia, su acta de defunción pone que su muerte se debió a un fallo cardíaco que le sobrevino en la bañera. Jim Morrison se había retirado a París, donde vivía con su novia, Pamela Courson. Su tumba en el cementerio de Pere Lachaise ha sido desde entonces un centro de contínua peregrinación de todos sus fans. Cualquiera de sus discos con The Doors es recomendable, aunque yo me quedo con su debut de título homónimo y Strange Days.
Kurt Cobain
Kurt Cobain
El líder de Nirvana llevaba tiempo flirteando con la muerte y la sobredosis que sufrió en Roma el 3 de marzo de 1994 no hacía presagiar nada nuevo. Un mes después, el 8 de abril, Kurt Cobain fue encontrado muerto por un empleado de una empresa de electrícidad. Se había quitado la vida disparándose con un rifle que le había dejado su amigo Dylan Carson, líder de Earth. El resto de la historia musical es bien conocido: tres discos de estudi impecables y el himno de generación grunge:‘Smells Like Teen Spirit’.
Shannon Hoon, líder de Blind Melon
Shannon Hoon
Casi nadie menciona en este club al líder de la banda de alt-rock Blind Melon, murió por una sobredosis de cocaina el 21 de octubre de 1995. Solo editaron dos discos, el de debut de título homónimo, publicado en 1992, y Soap (1995). Precisamente en la gira de presentación de este trabajo, con el cantante en fase todavía de rehabilitación, fue cuando se produjo el suceso luctuoso. Fue tras un mal concierto de Houston, Shanoon Hoon fue encontrado inerte por sus compañeros al día siguiente en el autobús de la gira.

El autor de las dos obras era el mismo: Banksy, el grafitero enigmático, el más famoso del mundo, el más cotizado, criticado, admirado, perseguido y comentado. También el más misterioso, escurridizo y silencioso. Ha llenado de sus pinturas el muro de Gaza; ha entrado subrepticiamente -disfrazado con barbas postizas, sombrero y gabardina de exhibicionista de chiste- en los más grandes museos del mundo para colgar obras suyas llenas de un humor cachondo al lado de cuadros venerables; ha pintado sobre cerdos y elefantes de verdad; ha hecho exposiciones multitudinarias en Los Ángeles; ha vendido cuadros a Brad Pitt y Angelina Jolie...
Pero nadie fuera de su círculo de amigos sabe con certeza su nombre verdadero, ni la forma de su cara, ni su estatura, ni su biografía, ni la cuantía de su fortuna (si es que tiene) ni su lugar de residencia o su número de teléfono o de fax. En Bristol, la ciudad en la que nació (aunque no se sabe en qué barrio), la mayoría de los jóvenes le adoran; la policía, en cambio, le considera un gamberro. Él se ha autodefinido como "vándalo profesional". Los turistas hacen tantas fotografías de sus dibujos callejeros como de los barcos del puerto; su libro se encuentra entre las camisetas y las catedrales de miniatura en las tiendas de recuerdos; a los empleados de la limpieza de los vagones de los trenes de esta ciudad les entregaron el año pasado una guía de arte grafitero para que aprendieran a identificar sus pintadas y conservarlas.
¿Quién es Banksy?
La camarera del pub nocturno de la calle Frogmore saca la basura a las dos de la tarde y la deja en un cubo enorme que hay en un callejón delimitado por un puente y la pared lateral del edificio, de cinco pisos. A la altura del tercero, más o menos, hay un gran dibujo: un hombre en chaqueta se asoma por la ventana y mira a lo lejos buscando a alguien mientras una mujer (su mujer, probablemente), en ropa interior, le sujeta por el hombro tratando de calmarle; agarrado al marco de la ventana con una mano, a lo largo de la pared, se encuentra el amante, un tipo calvo y desnudo. Unos metros más abajo, al lado del cubo de la basura que ahora cierra la chica delpub, se descubre la firma del autor: Banksy.
Para pintar esto necesitó un andamio de obra. Lo confirma la chica, que prefiere no dar su nombre. Con una sonrisa, también asegura que el andamio estuvo dos días colocado pero que ni ella ni sus colegas del pub se enteraron de para qué servía. Que no preguntaron... Que Banksy lo pintó de madrugada... que se lo encontraron por la mañana... que...
-¿Y usted lo vio? ¿Usted lo conoce? ¿Usted conoce a Banksy?
La chica vuelve a sonreír, con ironía. Y dice, con una voz cantarina, como si no quisiera que se la creyera del todo:
-Nadie conoce a Banksy. Ni en Bristol ni en ningún lugar.
El dibujo, pintado hace dos años, desató la polémica en esta ciudad. La elección del emplazamiento no era casual: el edificio, además del bar en la planta baja, alberga una clínica de enfermedades sexuales y unas dependencias municipales. Además da de frente a la sede principal del Ayuntamiento. Era una suerte de desafío. Algo así como "Atrévete a borrarlo". La prensa local, más o menos devota del grafitero, dio la noticia de la aparición de la pintura. Algunos querían que se borrara; otros, no. El Ayuntamiento decidió convocar una consulta popular. Más de 500 personas participaron. El 95% votó por Banksy. Se quedó. Por aclamación popular. En el sitio elegido por el artista anónimo. No sin que un concejal del partido conservador, Spud Murphy, se echara las manos a la cabeza: "Esto es delirante. Este Ayuntamiento se ha vuelto loco".
-Nadie conoce a Banksy -repite la camarera-. Nadie sabe quién es y por qué pintó esto aquí.
Lo que sí se sabe: Banksy es rubio, alto, viste la ropa típica del grafitero amante del hip-hop; tiene unos 35 años; desde muy joven formó parte de la vivísima cultura de la pintura callejera de Bristol, tal vez junto a Birmingham, la más talentosa de todo el Reino Unido. Comenzó empleando la técnica del spray aplicado directamente a la pared. Pero una noche decidió cambiar. Él lo explica en un libro suyo, Wall and piece(Muro y pieza): "Estábamos poniendo 'SIEMPRE LLEGA TARDE' en el vagón de pasajeros de un tren. De repente llegó la policía y salimos corriendo. Pero yo me arañé con las espinas de un arbusto y no me dio tiempo a llegar a nuestro coche. Mis amigos se fueron. Yo me escondí debajo de un camión de basura. El motor estaba a la altura de mi cara: un hilillo de aceite se filtraba y me caía en la cabeza. Estuve así durante una hora, mientras oía a los polis andando por los raíles, buscándonos. Decidí cambiar de táctica o dejarlo: tenía que tardar menos tiempo en pintar. Entonces vi que el tanque del motor del camión tenía letras pintadas con una plantilla. Yo podía hacer lo mismo con letras mucho más grandes".
Desde esa noche, Banksy hace plantillas con cartones que coloca en la pared y que luego rocía con el spray de pintura de coches. Es simple, directo, rápido e impactante.
Primeramente se dedicó a llenar las calles y parques de Bristol con ratas de espíritu crítico y burlón que hacían de todo: rodar a los transeúntes con cámaras, oír música, bailar, volar, romper con tenazas imaginarias candados de puertas de verdad... Se integraban en el paisaje urbano (en los buzones, en las alcantarillas, en las trampillas, en los pomos de las puertas) para reírse de él, para criticar los carteles que prohibían esto o lo otro...

Había nacido Banksy.
La policía los borraba en cuanto los encontraba. Como hacía con los otros grafiteros de la ciudad, por otra parte.
En 2000 organiza su primera exposición, en un restaurante-barco llamado Severnshed. Después se mudó a Londres, ciudad que también llenó de dibujos, y viajó a Los Ángeles, San Francisco o Barcelona. Su fama y su cotización creció. Los admiradores locales que compraron en Severnshed obras suyas por 100 libras las revenden ahora por 30.000.
El restaurante todavía existe. Aún organiza exposiciones. Pero ninguno de los camareros de entonces sigue. Porque ésa es otra: la pista de Banksy se desvanece a cada paso. Cerca, hay otro barco-pub, el Thekla, que mantiene en la línea de flotación una pintura que el grafitero hizo hace años una noche montado en una barquita. Sin mebargo, nadie en el barco-pub sabe (o dice saber) nada sobre él.
Hay una mujer que sí lo conoció. Se llama Susie, ronda los 50 años, le gusta mucho la pintura, pero habla con pereza, prefiere no dar su apellido y trabaja en la tienda del centro de arte contemporáneo Arnolfini. "Hace muchos años, cuando él era casi adolescente, pasó una noche en casa y nos intercambiamos retratos. Él me hizo uno a mí y yo otro a él. Era un tipo majo, normal, simpático. Tampoco es que yo le considere el mejor grafitero. Creo que Bristol ha dado mejores. Pero sabe darse publicidad".
¿Y venderá alguna vez el dibujo?
-No creo. ¿Sabe? No hay que mezclar el arte y el dinero. No van bien juntos.
Susie, con su falta de ganas para responder, da en el clavo. Con Banksy, tal vez a pesar de él o tal vez no, es muy difícil separar el dinero y la pintura: van juntos hasta límites estúpidos. En un reportaje publicado por la revista New Yorker en mayo de 2007 se afirma que un día, en Los Ángeles, Banksy tiró unos restos de pizza al cubo de la basura de la calle y que alguien los recogió y los subastó en eBay. La parte de pizza, con anchoa incluida, que el grafitero antisistema desechó la vendió el muy prosistema subastador por 102 dólares.
"No es su culpa", explica el periodista Christopher Warren, que conoció a Banksy hace unos años. "Es una paradoja: los que él critica en sus pinturas le recompensan adorándole. ¿Y él qué puede hacer?".
El experto en arte y redactor de la revista Venue Steve Wright, es probablemente la persona de Bristol que más sabe de Banksy fuera de su círculo cerrado de amigos. Ha publicado recientemente el libro Home, sweet home, dedicado al grafitero. Se entrevistó con muchas personas y le siguió los pasos de cerca. Pero no logró dar con él.
"Para mí sigue siendo un genuino elemento antisistema", manifiesta Wright. "No sé si es millonario. Creo que no: los que ganan miles de libras son los que compran y venden y revenden sus obras: los inversores. Lo que sí sé es que él podría ser rico si quisiera. Y en Internet (picturesonwalls.com) ofrece grabados a 500 libras. Sigue creyendo en el arte accesible. ¿Hay algo más democrático que pintar en la calle para que lo vea todo el mundo?".
Y añade: "Usa el anonimato para seguir haciendo lo que hace sin que le pille la policía. Aunque también le da un punto de misterio que le reporta fama. A él le gusta ser anónimo, y le cuesta, tratándose de quién es. Debe de llevar una vida un tanto extraña".
Todo en Banksy invita un poco a la esquizofrenia. Él ha escrito: "A los que gobiernan las ciudades no le gustan los grafitis porque piensan que nada debe existir a menos que dé un beneficio". Pero es precisamente lo contrario: el Ayuntamiento de Londres, que asegura que su trabajo no consiste en diferenciar el arte del gamberrismo, manifestó recientemente que está dispuesto a borrar la treintena de grafitis de Banksy en esta ciudad aunque valgan miles de libras (a pesar del autor).
Por su parte, el Ayuntamiento de Bristol reconoce que hay grafitis que pueden considerarse arte y otros no y que Banksy se ha ganado una reputación internacional. Como en el caso de los ferrocarriles, si el dibujo callejero es de Banksy se queda, pero si no... se borra.
En octubre apareció su última obra en Bristol. Un policía con pinta dehombre de Harrelson, de rodillas, apunta su fusil mientras un niño, a su espalda, va a explotar una bolsa de papel para asustarle. Banksy lo pintó en la pared de una casa perteneciente a una institución de caridad: The Wallace and Gromit children's fundation. "Lo hizo de noche, subido al tejado. Una mañana, cuando entramos a trabajar, estaba allí", dice Laura, una empleada, con la misma sonrisa admirada que la chica del pub de Frogmore. "Nuestro director se había puesto en contacto con él por e-mail pidiéndole un cuadro, y mira".
Algunos compañeros le consideran un vendido. Otros opinan que sigue siendo el mismo que ensuciaba trenes con "SIEMPRE TARDE". Aunque todos son conscientes de que ha creado un personaje a la altura del antifaz, un Robin Hood al revés, que pinta para los pobres, pero al que compran los ricos.

Blek le Rat


BLEK LE RAT

Dejo aquí hoy el primer articulo de lo que será una serie de perfiles de artistas urbanos. A diferencia del foco general del blog, que trata de arrojar luz sobre los aspectos más ignorados del arte público independiente, en esta serie voy a presentar artistas establecidos con el fin de situarlos en el esquema taxonómico e histórico que estoy poco a poco describiendo. Hoy hablamos de Blek, el pionero de la importante escena de postgraffiti que se desarrolló en París durante los ochenta.
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Xavier Prou, conocido como Blek le Rat, nació en París en 1952. Creció en un barrio privilegiado en el seno de una familia culta y estudió en un colegio privado de prestigio. Cursó grabado, litografía y pintura en la Ecole des Beaux Arts de París. Más tarde estudió arquitectura.
Blek conoció el graffiti en una visita a Nueva York en 1971, el momento de explosión del fenómeno, una experiencia que dejó una importante huella en el artista. Diez años después trató de emularlo en las calles de París. Descontento con el resultado, y convencido de la necesidad de encontrar un lenguaje más adecuado al contexto europeo, comenzó a experimentar con la figuración y el uso de plantillas.